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Hombre lobo
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Hombre lobo
Según la mitología, el primer hombre lobo fue Licaón, rey de Arcadia (Grecia), quien practicaba sangrientos sacrificios a los dioses. Enterado de esto Zeus, lo visitó y fue puesto a prueba por el rey. En castigo a su comportamiento, lo condenó a Licaón a convertirse en lobo, y también a todos sus descendientes, que serían hombres lobo.
El hombre lobo es también conocido como licántropo, y está presente en las mitologías de prácticamente todas las regiones, siendo el mito más universal. Aún en la actualidad este mito sobrevive.
Características del hombre lobo:
Hombre lobo El hombre lobo es una persona que se transforma en lobo, ya sea a propósito, por medio de la magia, o involuntariamente, por una maldición u otro agente exterior.
Gervase de Tilbury, cronista medieval, asoció la luna llena a la transformación, pero no es un concepto común. Esta idea la popularizaron los escritores de ficción moderna. Del mismo modo que es la narrativa moderna la que estipula que la manera de matar a un hombre lobo es mediante una bala de plata.pues esto no aparece en la mitología.
No en todos los países hay lobos, por esto otros animales han tomado su lugar, por ejemplo en América Precolombina, abundan la leyendas de hombres jaguar, en África, los hombres hiena o leopardo, en India se pensaba que los tigres eran capaces de convertirse en hombres para engañar a estos.
En Europa, el mito del hombre lobo está muy vinculado a otras supersticiones y a la magia negra. El mito es esencialmente masculino.
Según la tradición, la mayoría de los hombres lobo no se transforma voluntariamente, sino que son víctimas de una maldición, y sufren enormemente con la transformación, y pierden la conciencia humana, por lo cual son peligrosos hasta para sus seres queridos. La única forma de librarlos es darles muerte.
En el folclore gallego, portugués, uruguayo, y argentino, el séptimo hijo varón, se transforma en lobisón, los viernes de luna llena.
Aspecto del hombre lobo:
Un hombre lobo es normal la mayor parte del tiempo, aunque muy velludo y con los sentidos más desarrollados, y su estado físico es muy bueno. Es durante la luna llena que se transforma. Su aspecto puede ser el de un lobo de gran tamaño, hasta el de un humanoide peludo con colmillos enormes.
Formas de volverse hombre lobo voluntariamente:
Una forma sencilla es desnudarse y usar un cinturón de piel de lobo.
En otros casos se frota el cuerpo con savia mágica.
Otra manera es bebiendo agua de la huella de un lobo, o beber en ciertas fuentes encantadas. El empleo de la magia negra es otra forma de convertirse en lobo, para satisfacer las ansias de carne humana.
Formas de eliminar la condición:
La manera más sencilla es quitarse el cinturón de piel de lobo.
Otra forma es el desencantamiento.
Una manera peculiar consiste en que el hombre lobo se arrodille en un punto durante cien años, y sea reprochado por su condición. O ser saludado con el signo de la cruz, ser llamado tres veces por el nombre bautismal. Ser golpeado tres veces en la nuca con un cuchillo, o al menos derramar tres gotas de sangre.
Muchos cuentos europeos mencionan lanzar un objeto de hierro sobre o hacia el hombre lobo, para que revele su forma humana.
El hombre lobo es también conocido como licántropo, y está presente en las mitologías de prácticamente todas las regiones, siendo el mito más universal. Aún en la actualidad este mito sobrevive.
Características del hombre lobo:
Hombre lobo El hombre lobo es una persona que se transforma en lobo, ya sea a propósito, por medio de la magia, o involuntariamente, por una maldición u otro agente exterior.
Gervase de Tilbury, cronista medieval, asoció la luna llena a la transformación, pero no es un concepto común. Esta idea la popularizaron los escritores de ficción moderna. Del mismo modo que es la narrativa moderna la que estipula que la manera de matar a un hombre lobo es mediante una bala de plata.pues esto no aparece en la mitología.
No en todos los países hay lobos, por esto otros animales han tomado su lugar, por ejemplo en América Precolombina, abundan la leyendas de hombres jaguar, en África, los hombres hiena o leopardo, en India se pensaba que los tigres eran capaces de convertirse en hombres para engañar a estos.
En Europa, el mito del hombre lobo está muy vinculado a otras supersticiones y a la magia negra. El mito es esencialmente masculino.
Según la tradición, la mayoría de los hombres lobo no se transforma voluntariamente, sino que son víctimas de una maldición, y sufren enormemente con la transformación, y pierden la conciencia humana, por lo cual son peligrosos hasta para sus seres queridos. La única forma de librarlos es darles muerte.
En el folclore gallego, portugués, uruguayo, y argentino, el séptimo hijo varón, se transforma en lobisón, los viernes de luna llena.
Aspecto del hombre lobo:
Un hombre lobo es normal la mayor parte del tiempo, aunque muy velludo y con los sentidos más desarrollados, y su estado físico es muy bueno. Es durante la luna llena que se transforma. Su aspecto puede ser el de un lobo de gran tamaño, hasta el de un humanoide peludo con colmillos enormes.
Formas de volverse hombre lobo voluntariamente:
Una forma sencilla es desnudarse y usar un cinturón de piel de lobo.
En otros casos se frota el cuerpo con savia mágica.
Otra manera es bebiendo agua de la huella de un lobo, o beber en ciertas fuentes encantadas. El empleo de la magia negra es otra forma de convertirse en lobo, para satisfacer las ansias de carne humana.
Formas de eliminar la condición:
La manera más sencilla es quitarse el cinturón de piel de lobo.
Otra forma es el desencantamiento.
Una manera peculiar consiste en que el hombre lobo se arrodille en un punto durante cien años, y sea reprochado por su condición. O ser saludado con el signo de la cruz, ser llamado tres veces por el nombre bautismal. Ser golpeado tres veces en la nuca con un cuchillo, o al menos derramar tres gotas de sangre.
Muchos cuentos europeos mencionan lanzar un objeto de hierro sobre o hacia el hombre lobo, para que revele su forma humana.
Re: Hombre lobo
Hombres Lobo: Lunas sangrientas
En palabras de Ovidio: “En vano intentó hablar; desde aquel
mismo instante sus mandíbulas se cubrieron de baba. Su sed sólo podía
saciarla la sangre”.
Puede que si os hablan de un licántropo penséis que van a explicaros
las costumbres de una persona que estudia cierto tipo de aves
nocturnas, pero si dicha palabra se sustituye por la de “hombre-lobo”,
todo cambia. Y es que a esta criatura podemos llamarla de mil formas
diferentes, pero siempre significa lo mismo: terror. Hace mucho tiempo,
los hombres lobo eran los protectores de la naturaleza, caballeros de
la noche que ahuyentaban los malos espíritus y a la gente extranjera
que no llegaba a la zona con buenas intenciones. Para algunas tribus
indias, el hombre-lobo es el creador del universo. Sin embargo, el paso
de los años ha impuesto la visión negativa de estas prodigiosas
criaturas. Oír la palabra hombre lobo nos pone el vello de punta y hace
que nos arropemos hasta las cejas por la noche.
Todo empezó en la antigua Grecia. Existía un rey llamado Licaón,
conocido por su desprecio hacia los indigentes que llegaban a su reino,
Arcadia. El cruel monarca les apresaba y utilizaba para dar de comer a
las fieras. Zeus se enteró de su forma de actuar y decidió hacerse
pasar por un pobre para comprobar en su propia carne la maldad del rey.
Pero Licaón se dio cuenta del engaño, y le acogió con los brazos
abiertos y le invitó a un fabuloso banquete. Sin embargo, el monarca se
guardaba un macabro as bajo la manga: el plató principal del menú era
carne de niño. Zeus se dio cuenta a tiempo de lo que Licaón pretendía y
decidió hacerle pagar muy cara su osadía hacia el dios de dioses. “Tú,
Licaón, y toda tu extirpe estáis condenados a sufrir como animales el
resto de la eternidad” sentenció el enojado Zeus. Acto seguido el rey
se transformó en lobo, pero conservó parte de su alma humana. Zeus le
impuso así un severo castigo que él y sus descendientes cumplieron
durante toda la eternidad.
El hombre lobo es, junto con el vampiro, el mito más universal. Y,
con todos mis respetos al Conde Drácula, el hombre lobo es el ser más
temido de todas las criaturas del universo. Lo más seguro es que
ninguno de nosotros podamos decir que hemos visto volar a un
descendiente de Drácula, pero, ¿quién no ha oído, durante una noche de
luna llena, un aullido que desgarra el silencio? Los hombres lobo son
personas de día y sádicos monstruos en las noches de luna llena. En los
siglos XV y XVI, la creencia en estos seres estuvo tan arraigada que
cualquier sospechoso de licantropía era quemado vivo o ahorcado,
especialmente en Francia y Alemania. La Inquisición se encargaba de
arrancar confesiones masivas ante lo que parecía la plaga de hombres
lobo más grande de todos los tiempos. Sin embargo, existen algunas
voces eclesiásticas que intentaron reestablecer la cordura perdida.
Keiserberg, un famoso predicador de Estrasburgo, sostuvo que los
licántropos eran lobos corrientes que atacaban al hombre. Y es que la
superstición popular pudo haber condenado a la muerte a centenares de
personas inocentes, como la de Pierre Bourgot y Michel Verdung fueron
ajusticiados en diciembre de 1521 en Francia por orden del dominico
Joan Boin.
En 1590 se publicó en Londres una biografía anónima sobre el
licántropo Peeter Stubbe, ajusticiado ese mismo año junto con su amante
y su hija. Durante 25 años, la localidad alemana de Bedburg había
sufrido el acoso de una criatura asesina que despedazó a trece niñas,
dos mujeres y un hombre. En 1589, se detuvo a un ladrón, Peeter Stubbe,
que bajo interrogatorio (¿tortura?) confesó ser un hombre lobo y haber
asesinado a esas personas. Según consta en documentos del Museo
Británico y la Biblioteca de Lamberth, Stubbe confesó poseer un
cinturón mágico que le transformaba en un “lobo voraz y devorador,
fuerte y poderoso, con ojos grandes y alargados, que brillaban como
tizones de carbón por la noche, una boca grande y ancha, con dientes
muy afilados y crueles, un cuerpo fornido y garras poderosas”.
Las leyendas populares narran cientos de maneras a partir de las
cuales un hombre puede pasar a formar parte del mundo de los
licántropos. Dormir desnudo a la luz de la luna llena, beber agua en un
lugar donde lo haya hecho antes un lobo, cubrirse con una piel de lobo
o utilizar un cinturón de este material conlleva, según la leyenda, el
riesgo de convertirse en uno de estos seres que aúllan a la luna y
persiguen a animales y seres humanos. Sin embargo, la forma de
transformación más traumática de todas ellas es la mordedura de un
hombre lobo. En países como Brasil, Portugal y Argentina se creía que
una mujer que hubiese dado a luz a seis niñas de forma consecutiva su
séptimo bebé sería un varón marcado por la maldición. Esta creencia
estuvo tan extendida en Argentina que los séptimos hijos varones eran
abandonados, dados en adopción o asesinados ante el terror que
suscitaba la leyenda. El presidente de Argentina erradicó esta
costumbre irracional concediendo a los recién nacidos una medalla de
oro y una beca de estudios hasta la edad de 21 años. Según recoge
Erberto Petoia en su libro “Vampiros y hombres lobo: Orígenes y
leyendas desde la Antigüedad hasta nuestros días” (Galaxia Gutenberg,
1995), una leyenda francesa señalaba que los difuntos se transformaban
en hombres lobo en las noches de Viernes Santo, Todos los Santos y San
Juan. Petoia también cita que en la Baja Bretaña los hombres lobo se
vestían por la noche con una piel de lobo que escondían cuidadosamente
durante el día. En Rumanía y Hungría se dice que si se concibe a un
bebé en la vigilia de Navidad o de Pascua éste quedará condenado a ser
un hombre lobo.
¿Pueden librarse los hombres lobo de su maldición? En algunos casos
un ritual de desencantamiento, un golpe en la nuca con un bastón de
plata o la quema de su cinturón de piel pueden transformar al hombre
lobo en un ser humano normal. Sin embargo, en la mayoría de los casos
un hombre lobo no puede dejar de ser hombre lobo y la única manera de
evitar que siga sufriendo y matando es acabar con su vida. Según las
distintas tradiciones, puede aniquilársele clavándole un objeto de
plata en el corazón o lanzando una cruz de plata por encima de su
cabeza. Otras culturas afirman que es un ser vivo corriente y que se le
puede exterminar fácilmente, quemándolo, clavándole cualquier objeto
para que se desangre, decapitándolo o incluso ahogándolo.
La ciencia ha intentado explicar el fenómeno de los hombres lobo
desde el punto de vista médico. Existen determinadas enfermedades que
explicarían la mayoría de los casos históricos que se han dado de
hombres lobo. Existe un ejemplo español, un canario llamado Pedro
Gonzálvez que nació hace cuatro siglos en las Islas Canarias. Durante
su pubertad, Gonzálvez comenzó a sufrir cambios en la piel, de tal
manera que acabó cubierto por una densa capa de vello negro. Viajó a
París para curarse de su misteriosa enfermedad, sin éxito. Sin embargo,
tuvo la fortuna de contraer matrimonio con una buena mujer con la que
engendró dos hijos. En pocos meses se descubrió que los niños padecían
la misma enfermedad que su padre. La desgracia de esta familia se
propagó de tal forma que el mismo Fernando II, emperador de Alemania,
ordenó que los retrataran en unos lienzos que aún pueden contemplarse
hoy en día. En la actualidad, la “maldición” de la familia Gonzálvez
sería definida por la medicina como Hiperticosis lanuginosa congénita.
Existan o no los hombres lobo, lo cierto es que todos los seres
humanos tenemos una parte animal y ésa es la que nos pierde. Como en
muchas ocasiones, no se sabe dónde acaba la ficción y empieza la
realidad, pero por si acaso nunca atraviese un bosque a la luz de la
luna llena sin llevar una pistola y… dos balas de plata.
En palabras de Ovidio: “En vano intentó hablar; desde aquel
mismo instante sus mandíbulas se cubrieron de baba. Su sed sólo podía
saciarla la sangre”.
Puede que si os hablan de un licántropo penséis que van a explicaros
las costumbres de una persona que estudia cierto tipo de aves
nocturnas, pero si dicha palabra se sustituye por la de “hombre-lobo”,
todo cambia. Y es que a esta criatura podemos llamarla de mil formas
diferentes, pero siempre significa lo mismo: terror. Hace mucho tiempo,
los hombres lobo eran los protectores de la naturaleza, caballeros de
la noche que ahuyentaban los malos espíritus y a la gente extranjera
que no llegaba a la zona con buenas intenciones. Para algunas tribus
indias, el hombre-lobo es el creador del universo. Sin embargo, el paso
de los años ha impuesto la visión negativa de estas prodigiosas
criaturas. Oír la palabra hombre lobo nos pone el vello de punta y hace
que nos arropemos hasta las cejas por la noche.
Todo empezó en la antigua Grecia. Existía un rey llamado Licaón,
conocido por su desprecio hacia los indigentes que llegaban a su reino,
Arcadia. El cruel monarca les apresaba y utilizaba para dar de comer a
las fieras. Zeus se enteró de su forma de actuar y decidió hacerse
pasar por un pobre para comprobar en su propia carne la maldad del rey.
Pero Licaón se dio cuenta del engaño, y le acogió con los brazos
abiertos y le invitó a un fabuloso banquete. Sin embargo, el monarca se
guardaba un macabro as bajo la manga: el plató principal del menú era
carne de niño. Zeus se dio cuenta a tiempo de lo que Licaón pretendía y
decidió hacerle pagar muy cara su osadía hacia el dios de dioses. “Tú,
Licaón, y toda tu extirpe estáis condenados a sufrir como animales el
resto de la eternidad” sentenció el enojado Zeus. Acto seguido el rey
se transformó en lobo, pero conservó parte de su alma humana. Zeus le
impuso así un severo castigo que él y sus descendientes cumplieron
durante toda la eternidad.
El hombre lobo es, junto con el vampiro, el mito más universal. Y,
con todos mis respetos al Conde Drácula, el hombre lobo es el ser más
temido de todas las criaturas del universo. Lo más seguro es que
ninguno de nosotros podamos decir que hemos visto volar a un
descendiente de Drácula, pero, ¿quién no ha oído, durante una noche de
luna llena, un aullido que desgarra el silencio? Los hombres lobo son
personas de día y sádicos monstruos en las noches de luna llena. En los
siglos XV y XVI, la creencia en estos seres estuvo tan arraigada que
cualquier sospechoso de licantropía era quemado vivo o ahorcado,
especialmente en Francia y Alemania. La Inquisición se encargaba de
arrancar confesiones masivas ante lo que parecía la plaga de hombres
lobo más grande de todos los tiempos. Sin embargo, existen algunas
voces eclesiásticas que intentaron reestablecer la cordura perdida.
Keiserberg, un famoso predicador de Estrasburgo, sostuvo que los
licántropos eran lobos corrientes que atacaban al hombre. Y es que la
superstición popular pudo haber condenado a la muerte a centenares de
personas inocentes, como la de Pierre Bourgot y Michel Verdung fueron
ajusticiados en diciembre de 1521 en Francia por orden del dominico
Joan Boin.
En 1590 se publicó en Londres una biografía anónima sobre el
licántropo Peeter Stubbe, ajusticiado ese mismo año junto con su amante
y su hija. Durante 25 años, la localidad alemana de Bedburg había
sufrido el acoso de una criatura asesina que despedazó a trece niñas,
dos mujeres y un hombre. En 1589, se detuvo a un ladrón, Peeter Stubbe,
que bajo interrogatorio (¿tortura?) confesó ser un hombre lobo y haber
asesinado a esas personas. Según consta en documentos del Museo
Británico y la Biblioteca de Lamberth, Stubbe confesó poseer un
cinturón mágico que le transformaba en un “lobo voraz y devorador,
fuerte y poderoso, con ojos grandes y alargados, que brillaban como
tizones de carbón por la noche, una boca grande y ancha, con dientes
muy afilados y crueles, un cuerpo fornido y garras poderosas”.
Las leyendas populares narran cientos de maneras a partir de las
cuales un hombre puede pasar a formar parte del mundo de los
licántropos. Dormir desnudo a la luz de la luna llena, beber agua en un
lugar donde lo haya hecho antes un lobo, cubrirse con una piel de lobo
o utilizar un cinturón de este material conlleva, según la leyenda, el
riesgo de convertirse en uno de estos seres que aúllan a la luna y
persiguen a animales y seres humanos. Sin embargo, la forma de
transformación más traumática de todas ellas es la mordedura de un
hombre lobo. En países como Brasil, Portugal y Argentina se creía que
una mujer que hubiese dado a luz a seis niñas de forma consecutiva su
séptimo bebé sería un varón marcado por la maldición. Esta creencia
estuvo tan extendida en Argentina que los séptimos hijos varones eran
abandonados, dados en adopción o asesinados ante el terror que
suscitaba la leyenda. El presidente de Argentina erradicó esta
costumbre irracional concediendo a los recién nacidos una medalla de
oro y una beca de estudios hasta la edad de 21 años. Según recoge
Erberto Petoia en su libro “Vampiros y hombres lobo: Orígenes y
leyendas desde la Antigüedad hasta nuestros días” (Galaxia Gutenberg,
1995), una leyenda francesa señalaba que los difuntos se transformaban
en hombres lobo en las noches de Viernes Santo, Todos los Santos y San
Juan. Petoia también cita que en la Baja Bretaña los hombres lobo se
vestían por la noche con una piel de lobo que escondían cuidadosamente
durante el día. En Rumanía y Hungría se dice que si se concibe a un
bebé en la vigilia de Navidad o de Pascua éste quedará condenado a ser
un hombre lobo.
¿Pueden librarse los hombres lobo de su maldición? En algunos casos
un ritual de desencantamiento, un golpe en la nuca con un bastón de
plata o la quema de su cinturón de piel pueden transformar al hombre
lobo en un ser humano normal. Sin embargo, en la mayoría de los casos
un hombre lobo no puede dejar de ser hombre lobo y la única manera de
evitar que siga sufriendo y matando es acabar con su vida. Según las
distintas tradiciones, puede aniquilársele clavándole un objeto de
plata en el corazón o lanzando una cruz de plata por encima de su
cabeza. Otras culturas afirman que es un ser vivo corriente y que se le
puede exterminar fácilmente, quemándolo, clavándole cualquier objeto
para que se desangre, decapitándolo o incluso ahogándolo.
La ciencia ha intentado explicar el fenómeno de los hombres lobo
desde el punto de vista médico. Existen determinadas enfermedades que
explicarían la mayoría de los casos históricos que se han dado de
hombres lobo. Existe un ejemplo español, un canario llamado Pedro
Gonzálvez que nació hace cuatro siglos en las Islas Canarias. Durante
su pubertad, Gonzálvez comenzó a sufrir cambios en la piel, de tal
manera que acabó cubierto por una densa capa de vello negro. Viajó a
París para curarse de su misteriosa enfermedad, sin éxito. Sin embargo,
tuvo la fortuna de contraer matrimonio con una buena mujer con la que
engendró dos hijos. En pocos meses se descubrió que los niños padecían
la misma enfermedad que su padre. La desgracia de esta familia se
propagó de tal forma que el mismo Fernando II, emperador de Alemania,
ordenó que los retrataran en unos lienzos que aún pueden contemplarse
hoy en día. En la actualidad, la “maldición” de la familia Gonzálvez
sería definida por la medicina como Hiperticosis lanuginosa congénita.
Existan o no los hombres lobo, lo cierto es que todos los seres
humanos tenemos una parte animal y ésa es la que nos pierde. Como en
muchas ocasiones, no se sabe dónde acaba la ficción y empieza la
realidad, pero por si acaso nunca atraviese un bosque a la luz de la
luna llena sin llevar una pistola y… dos balas de plata.
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